Nunca le perdoné a mi hermano gemelo que me abandonara durante siete minutos en la barriga de mamá, y me dejara allí, solo, aterrorizado en la oscuridad, flotando como un astronauta en aquel líquido viscoso, y oyendo al otro lado cómo a él se lo comían a besos.
Fueron los siete minutos más largos de mi vida, y lo que a la postre determinarían que mi hermano fuera el primogénito y el favorito de mamá.
Desde entonces salía antes que Pablo de todos los sitios: de la habitación, de casa, del colegio, de misa, del cine... aunque ello me costara el final de la película... Pero aún así, había momentos en que no podía evitar que él fuera el primero. Como en la lista de clase, ¿por qué le nombraban a él antes que a mí si nos apellidamos igual? Luego estaban las comparaciones por las notas. Él las sacaba mejores, pero al menos yo no usaba chuletas. Y, con la mayor objetividad, he de decir que yo soy mucho más guapo, ¿por que nadie se daba cuenta?
Todo esto empezaba a mortificarme, así que ideé algo. Debía mostrar al mundo al verdadero Pablo. En primer lugar, era necesario cambiar la opinión de mis padres sobre él. Un ser tan perfecto no podía existir, pero mis padres siempre han sido unos ilusos. Así que el primer paso era: Sembrar la desconfianza.
Yo sabía que Pablo se fumaba algún que otro porro con sus amigos, pero nunca se los fumaba en casa. Mi madre siempre limpiaba su cuarto, ¿cómo reaccionaría al encontrarse algunas colillas por aquí y por allá, y una piedra de hachís supuestamente escondida, pero tan a la vista que podía ser decubierta por ella?
Lo que me pude reír con la regañina que le cayó (muy disimuladamente, claro). A Pablo le costó un mes sin salir, y mi meta cumplida, ahora le tenían más controlado.
El segundo paso suponía: Ser plantado por su novia "oficial". Y agrego lo de "oficial", porque Pablito siempre ha querido abarcar más de la cuenta, con una nunca le valía. Otra ilusa en su vida, Mónica, era quien le hacía los deberes, los trabajos de clase, le pasaba los apuntes, y un largo etcétera. Sólo tuve que sacar una foto insinuante con el móvil, a mi hermano junto con otra de tantas, y después enviarla a los más cotillas del instituto. A la mañana siguiente se produjo el escándalo a lo Gossip Girl. Mónica le montó el número en medio del insituto y se acabó la explotación. Para Pablo fue bastante humillante, para mí un momento glorioso. Sin Mónica, Pablo nunca traía los deberes hechos, y no tenía los trabajos a tiempo, por lo que sus notas bajaron.
Ya que había llegado hasta allí, decidí finalizar con el último y tercer paso: Pablo sería descubierto con chuletas. Pablo se escondía las chuletas debajo de las mangas del jersey. Era bastante diestro en el asunto, años de práctica tenía. Si nadie advertía de ello a los profesores, no serían capaces de notarlo. Así que me tenía que mojar algo más de la cuenta. Entré en la sala de profesores a hurtadillas, y dejé un anónimo en la mesa de la profesora de Lengua, con quien teníamos examen en la siguiente hora. Cuando empezamos el examen, nada en ella me hizo pensar que hubiese leído el anónimo. Desde mi sitio veía a Pablo sacarse la chuleta de la manga, mientras la profesora miraba hacia otro lado. Pero, de repente, alcé la cabeza, y ella le sujetaba por la muñeca. En ese momento, la chuleta cayó al suelo, y de la boca de Pablo salió un "mierda" muy explícito.
Y así, en resumen, convertí la vida de mi popular hermano en un infierno. Todo lo ocurrido repercutió negativamente en su año escolar, y tuvo que repetir curso. A mí todo me fue bien, acabé Bachillerato, aprobé la PAU, y me matriculé en la Universidad. Todo, antes que él. ¿Quién es el primero ahora?