miércoles, 27 de abril de 2011

Capítulo Final: Nuestra vida en la caravana visitando South Island (Parte 2)

Tras dejar Christchurh tomamos rumbo hacia el Lago Takepo. Otro lugar hermoso, donde hicimos una merendola a la hora del lunch. Takepo está, aproximadamente, en la zona central de la isla, y para llegar allí dejamos la autovía y comenzaron las curvas. En realidad, este fue un viaje de curvas y más curvas. Hay pocas carretras que vayan recto, debido a la cantidad de montañas y parajes que hay. Tampoco hay demasiada población. Pasamos por pueblos con sólo dos casas. E incluso ciudades que aparecen con nombre grande en los mapas, no dejan de ser pequeños pueblos o aldeas en España.




Del Lago Takepo nos dirigimos a Queenstown, que es la segunda ciudad más grande de la Isla del Sur, después de Christchurh. Creo que ha sido la ciudad que más me ha gustado de Nueva Zelanda. Tiene mucha animación, mucha gente joven, hay muchos lugares por los que salir. Se nota que es una ciudad turística. Subimos en gondola a una montaña y desde allí bajamos en unos coches. Me encantó la carrera. En Queenstown dormimos dos noches.





Después de la primera noche viajamos a Millford Sound, donde encontramos muchos fiordos y navegamos en barco alrededor del lago. Los paisajes son asombrosos. Pero después de Millford Sound, como no hay carretera para seguir subiendo, tuvimos que bajar a Queenstown de nuevo, y esa fue nuestra segunda noche allí. La mañana del tercer día dijimos adiós a Celia, Bea, Teresa y Rocío. Celia se quedaba sola viajando una semana más. Teresa y Rocío se volvían a Wellington, porque su vuelo salía antes que el nuestro, y ellas no iban directas a España, sino que pasaban dos días en Chile. Y Bea tuvo que marcharse a Wellington para ir al hospital, ya que se le hinchó el cuello y no sabíamos por qué. Le dolía mucho, pero necesitaba el seguro para ser atendida, y se lo había dejado en la Isla del Norte.

Así que nos quedamos cuatro en la caravana. Y desde Queenstown viajamos hasta Fox Glacier. Como la palabra indica, ¡visitamos un glaciar! Como todo lo que vimos en la Isla Sur, fue espectacular. Ni siquiera hacía demasiado frío, claro que no nos dejaron acercarnos del todo, y no estábamos equipados para andar por él, o subirlo. También, los chicos se bañaron en agua del glaciar, pero calentada, claro.


Lo siguiente fueron las Pancakes Rocks. Eran unas piedras laminadas que parecían torres de tortitas, por eso el nombre. Allí vimos y alimentamos con pan de molde a un pájaro típico de Nueva Zelanda.



El viaje estaba llegando a su fin, pero aún teníamos que llegar a Picton, dejar la caravana, que nos la revisaran, y coger el ferry de vuelta.

CONTINUARÁ...

Capítulo Final: Nuestra vida en la caravana visitando South Island (Parte 1)

El último capítulo de mi viaje. Sí, llegó la última semana de mi viaje a Nueva Zelanda. No tenía ningunas ganas de que acabase. Aparte de la escasez de comida, de todo el arroz que he ingerido, etcétera, mi colegio, mis niños, y todo lo que he visto y conocido me ha encantado de tal manera que no quería regresar. Ahora, ya en Madrid, me siento algo extraña, como si hubiese dejado una parte de mí en ese remoto lugar. Aunque espero irme recuperando a medida que pase el tiempo, ha dejado una huella que no se borrará nunca.

Pero, dejando aparte la nostalgia, comentaré nuestra última semana allí. Fue toda una aventura. En primer lugar, alquilamos una caravana para viajar alrededor de la Isla del Sur, sin necesidad de alquilar un coche o furgoneta, y después dormir en albergues. Pensamos que la caravana sería más barata, pero también costó lo suyo. Íbamos ocho personas en una caravana de seis, imaginaos. En realidad, la caravana era bastante grande y cabíamos todos. El problema, o mejor dicho, el Gran Problema, era el baño. No podíamos utilizar el baño salvo para emergencias, y de duchas nada, por supuesto. Así que cada vez que parábamos o llegábamos a una gasolinera había que aprovechar, ya me entendéis. Suena cómico, pero para la gente que no está acostumbrada a la suciedad extrema, no se lo recomiendo. Yo, después de esto, he averiguado que me habitúo a casi todo.


Ahora comenzaré con lo bueno. Nos montamos en un ferry desde Wellington para Picton, en la Isla del Sur y allí cogimos la caravana. Después de unas cuantas fotos y demás (algunos incluso entraron a ver un museo de un barco viejo), arrancamos nuestra “casita” y hacia Kaikoura. Kaikoura es un lugar precioso, donde cuatro de nosotros nadamos con delfines salvajes, embutidos en trajes de neopreno. ¡He nadado con delfines en el Pacífico! Y el agua, he de decir, estaba congelada. Congelada es poco… Pero el momento lo vale. Cuando todos esos delfines pasan a tu lado, te rozan, te aletean… El segundo día del viaje lo pasamos allí. Los paisajes eran amazing, y paseamos por pastos, nos rodeamos de terneritos juguetones, vimos a un solitario pingüinito de tierra, y también focas… Es una visita que no te puedes saltar si vas a la Isla del Sur.







Lo peor del viaje fue conducir tantas horas seguidas. Yo no conduje, pero los tres que lo hicieron tuvieron que soportar muchas horas al volante, mientras algunos de nosotros dormíamos o descansábamos del día.

La siguiente parada fue Christchurch, la ciudad del terremoto. En nuestro itinerario no teníamos pensado pasar por Christchurch, pero al final no nos quedó otra que dormir allí. Por la mañana vimos casas derruidas, zonas por las que no podíamos pasar, edificios en construcción, carreteras agrietadas… Pero no conseguimos ver mucho más. La ciudad más grande de la Isla del Sur, necesitará de un tiempo para volver a lo que era.

CONTINUARÁ…