Tras dejar Christchurh tomamos rumbo hacia el Lago Takepo. Otro lugar hermoso, donde hicimos una merendola a la hora del lunch. Takepo está, aproximadamente, en la zona central de la isla, y para llegar allí dejamos la autovía y comenzaron las curvas. En realidad, este fue un viaje de curvas y más curvas. Hay pocas carretras que vayan recto, debido a la cantidad de montañas y parajes que hay. Tampoco hay demasiada población. Pasamos por pueblos con sólo dos casas. E incluso ciudades que aparecen con nombre grande en los mapas, no dejan de ser pequeños pueblos o aldeas en España.
Del Lago Takepo nos dirigimos a Queenstown, que es la segunda ciudad más grande de la Isla del Sur, después de Christchurh. Creo que ha sido la ciudad que más me ha gustado de Nueva Zelanda. Tiene mucha animación, mucha gente joven, hay muchos lugares por los que salir. Se nota que es una ciudad turística. Subimos en gondola a una montaña y desde allí bajamos en unos coches. Me encantó la carrera. En Queenstown dormimos dos noches.
Después de la primera noche viajamos a Millford Sound, donde encontramos muchos fiordos y navegamos en barco alrededor del lago. Los paisajes son asombrosos. Pero después de Millford Sound, como no hay carretera para seguir subiendo, tuvimos que bajar a Queenstown de nuevo, y esa fue nuestra segunda noche allí. La mañana del tercer día dijimos adiós a Celia, Bea, Teresa y Rocío. Celia se quedaba sola viajando una semana más. Teresa y Rocío se volvían a Wellington, porque su vuelo salía antes que el nuestro, y ellas no iban directas a España, sino que pasaban dos días en Chile. Y Bea tuvo que marcharse a Wellington para ir al hospital, ya que se le hinchó el cuello y no sabíamos por qué. Le dolía mucho, pero necesitaba el seguro para ser atendida, y se lo había dejado en la Isla del Norte.
Así que nos quedamos cuatro en la caravana. Y desde Queenstown viajamos hasta Fox Glacier. Como la palabra indica, ¡visitamos un glaciar! Como todo lo que vimos en la Isla Sur, fue espectacular. Ni siquiera hacía demasiado frío, claro que no nos dejaron acercarnos del todo, y no estábamos equipados para andar por él, o subirlo. También, los chicos se bañaron en agua del glaciar, pero calentada, claro.
Lo siguiente fueron las Pancakes Rocks. Eran unas piedras laminadas que parecían torres de tortitas, por eso el nombre. Allí vimos y alimentamos con pan de molde a un pájaro típico de Nueva Zelanda.
El viaje estaba llegando a su fin, pero aún teníamos que llegar a Picton, dejar la caravana, que nos la revisaran, y coger el ferry de vuelta.
CONTINUARÁ...
No hay comentarios:
Publicar un comentario