domingo, 27 de marzo de 2011

Capítulo 2: ¡Quiero jamón serrano!

Han pasado cerca de dos semanas desde que escribí el primer capítulo de mi viaje a Nueva Zelanda, siento el retraso, pero esto es un no parar. Después de las dos primeras semanas de curso de inglés entre asiáticos y otras culturas, por fin empezamos las prácticas en el colegio. En realidad me hubiese gustado que el curso de inglés continuara, pero iba a ser difícil compaginar ambos horarios. Allí conocimos a unas cuantas japonesas que aún salen con nosotros de vez en cuando. Y en las dos primeras semanas tuvo lugar el terremoto de Christchurch. En realidad nosotros no nos enteramos de nada hasta mucho después. Ocurrió en la isla del sur y nosotros estamos en la del norte. No supimos del grado de la catástrofe hasta que empezamos a recibir llamadas de la familia, emails, etc. Mi familia filipina alojó a dos familias más de Christchurch. Había tanta gente en mi casa que ya no sabía donde meterme. Lo peor fue tener que compartir el único baño de la casa. Pero, por lo demás, no lo noté mucho.

También, en esas dos primeras semanas, los demás fueron a un casting de elfos para El Hobbit, la nueva película del director de El Señor de los Anillos. Tenías que medir 1,75 si eras chica, y 1,90 si eras chico, para que te cogieran. Obviamente a mí no me iban a coger a menos que fuera un hobbit, y el casting de estos ya se había hecho unas semanas atrás, así que decidí no ir. Ninguno de los demás fue elegido, salvo mi alta y rubia teacher de inglés en el curso, que era toda una verdadera elfa. Aquí abajo una foto suya con David en primer plano. Ese día hicimos las típicas hamburguesas kiwis.


 
Finalmente, el 7 de marzo empezaron mis prácticas en Naenae Primary School. Es un colegio público donde la mayor parte de la gente es maori o samoana. Hay muy pocos niños y profesores, lo que le da un toque de familiaridad. Mi tutora se llama Rebecca Perkins. Es rubia, blanquita y pecosa, es diligente, amable, respetuosa… Me deja hacer muchas cosas, por eso me gusta. Lo único es que tiene un acento neozelandés muy marcado, y me cuesta bastante entenderla, pero a base de repetir y con el tiempo voy mejorando mi inglés. Pronuncian las palabras de diferente manera a como yo las he aprendido y a veces tengo que imaginarme lo que están diciendo. Pensé que teniendo en cuanto lo que me costaba entender a los adultos, con los niños sería peor, pero no ha resultado así. La Primaria aquí empieza cuando los niños cumplen los 5 años, y mi clase es el primer curso. El año pasado también di a 1º, pero en Inglaterra tenían 6 y 7 años, aquí todos tienen 5, e incluso algunos acaban de cumplirlos en enero o febrero. Es decir que hay una mezcla de niveles y de edades, lo que se nota bastante a la hora de explicarles algo. Por eso la enseñanza es más individualizada. En una misma clase puede haber varios niveles, algunos están mucho más avanzados, y otros apenas saben escribir su nombre y reconocer los números hasta el 3.

Mi clase tiene 18 niños. Hay más chicos que chicas, y sólo dos son completamente caucásicos. Hay uno que es rubio y de ojos azules, Nathaneel, y no parece ser de origen samoano, pero sus abuelos paternos lo son. Hay unas mezclas de lo más inusuales. Los niños pueden tener sangre maori y ser más rubios y blancos que un caucásico. Cuando llegué se portaban muy bien, pero a medida que ha pasado el tiempo y han cogido confianza se van rebelando, aunque tampoco demasiado. Son pequeños y aún lloran cuando les regañas, o tienen pataletas cuando quieren algo que no les das. Se tiran pedos, se comen los mocos, no se saben limpiar el culito y a menudo huelen mal. Están sucios desde por la mañana, pero eso se debe a que los padres no les cambian o bañan todos los días. Son padres jóvenes que reciben ayuda del Estado cada vez que tienen un hijo y mensualmente se les da una cantidad de dinero hasta que sus hijos cumples seis o siete años. Eso hace que las familias tengan muchos más hijos de los que pueden criar, y no todos continúan estudiando después de la Enseñanza Obligatoria. Una pena, pero así es. El colegio les presta los bañadores cuando van a la piscina, porque ellos no pueden comprarla. La fruta es gratis, también pagada por el Gobierno, y una vez cada cierto tiempo les regalan ropa.

En el colegio también tienen una clase de niños con Special Needs. Cuando me lo contaron pensé que se referían a una clase de apoyo, pero en realidad es una clase con niños discapacitados, y de cada uno de ellos se encarga una profesora de Educación Especial. Fue bastante asombroso ver cómo mezclan a todos los niños juntos al menos una o dos veces por semana, para que los que están bien se junten con los disabled, y se habitúen a ellos. Por supuesto, también hay otra clase donde van los niños con problemas de aprendizaje. Yo no he ido a esa clase, pero en la mía hay dos niños con hiperactividad, uno de ellos se está medicando, y otros dos tienen un problema de pronunciación. Uno es Daniel que es colombiano y aún no habla ni entiende bien inglés. Mi tutora me explicó que me pusieron en su clase porque no podía comunicarse con sus padres, ya que sólo saben hablar en español, y era bastante difícil para ella que Daniel entendiera lo que le mandaba. El niño, además, necesita que le operen de la nariz, y por eso ni yo misma entiendo lo que quiere decir a veces.

Tengo más cosas que contar pero no alargaré más este capítulo.
Un saludo a todos en España. ¡Echo de menos el jamón serrano con tomate y aceite de oliva!

No hay comentarios:

Publicar un comentario